lunes, 20 de abril de 2015

La ortorexia o cuando comer sano se convierte en una obsesión

La ortorexia es un término que apareció por primera vez en 1997 de la mano del doctor Steve Bratman, que fue miembro del movimiento de alimentos naturales de EEUU durante 25 años en los que se dio cuenta que tenía una obsesión por la comida sana. La palabra ortorexia está formada por “orthos” que significa correcto y “orexis” que significa apetito. La suma hace referencia a la obsesión por comer sano. Es considerado un cuadro obsesivo compulsivo por la extremada apetencia y selección de alimentos considerados por el propio individuo como saludables.
En cuanto a la prevalencia, se han publicado varios estudios en distintas poblaciones y colectivos. Según 1 artículo publicado en el 2007 y realizado en médicos internos residentes (MIR) de Ankara, representa el 45,5% en aquellos preocupados por su estado nutricional, que acuden ellos mismos a la compra, tienden a comer ensalada o fruta en una comida principal y miran las etiquetas de los alimentos. Al cabo de 3 años (2010), hicieron un estudio en un mismo colectivo de Erzurum, otra región de Turquía, en el que también tuvieron en cuenta el trabajo y la educación de sus padres y el hábito tabáquico. Observaron una prevalencia del 43,6% siendo mayor en hombres menores de 21 años, que fumaban un mayor número de cigarros y con un IMC normal. La educación y trabajo de los padres no influyó en los resultados. En cambio, se ha visto una prevalencia del 86% en personas aficionadas a practicar yoga asociado a la práctica del vegetarianismo. En Hungría se vio que afectaba al 74,2% de estudiantes y profesionales de dietética, medicina, salud y otros. Había una mayor tendencia de ortorexia cuanto mayor era la práctica de ejercicio, en aquellos que nunca tomaban alcohol o seguían algún tipo de dieta o intentaban convencer a los demás para unirse a sus hábitos.


Los factores desencadenantes incluyen:
  • El deseo de controlarlo todo.
  • Una ilusión de obtener una seguridad total ya que suelen tener miedo a la muerte.
  • Una negación de la realidad.
  • La búsqueda de la espiritualidad a través de la cocina.
  • La creación de una identidad.
  • El miedo hacia los demás.  
Acostumbran a ser personas que evitan consumir alimentos que contienen o pueden contener colorantes, pesticidas, herbicidas o estén modificados genéticamente, con grasa poco saludables, exceso de sal o azúcar, etc. Comen alimentos ecológicos, orgánicos o bio. No solo es lo que comen sino como lo comen y de qué manera lo preparan, es decir, cortar la comida de una manera determinada o usar únicamente utensilios de madera o de cerámica.
Son personas meticulosas, ordenadas, muy exigentes consigo mismas y el resto y con necesidad de autocuidado y protección. Tienen tendencia a socializar con gente que siguen las mismas directrices.  
Se diferencian varias fases:
  1.  Piensan de forma detenida qué comerán ese día o los posteriores.
  2. Compran los alimentos de forma meticulosa.
  3. Preparan los alimentos con técnicas que no produzcan riesgos para la salud.
  4. Sensación de satisfacción, confort o culpabilidad según cumplimiento o no de las fases anteriores.         
Existe un mayor riesgo en mujeres, adolescentes y deportistas como los atletas o los culturistas.
Se manifiesta a través de una disminución en la calidad de vida, dedicar un tiempo superior a 3 horas a pensando en la dieta, desplazarse lejos para conseguir los alimentos que consideran saludables, preocupación por la calidad de la comida, planificación de la alimentación para los días posteriores, volverse muy estricto con el paso del tiempo, una obsesión por la comida que conlleva una disminución de la vida social o laboral, un incremento de la autoestima al hacer la dieta correctamente, un sentimiento de superioridad por gente que no sigue su misma filosofía, culpabilidad en caso de incumplir la dieta, no salir a comer fuera de casa y un control total para comer adecuadamente. Puede conllevar una malnutrición que comporta un mayor riesgo de infecciones, debilidad, hinchazón aunque no es común ya que solo sucede en los casos más grave. Puede desencadenarse una depresión y ansiedad crónica.      
El tratamiento se inicia a partir que la propia persona acepta que tiene una obsesión por la comida y está interesado en curarse. Una vez lo ha asumido, hay que enseñarle a comer bien y sin obsesionarse. Su alimentación debe cubrir sus necesidades de nutrientes mediante la variedad de alimentos.
La recuperación es lenta, por lo que la introducción de los alimentos ha de ser progresiva empezando por los más saludables para evitar que se generen sentimientos de culpa. Hay que explicarle en qué consiste una dieta equilibrada.
También es necesario recibir tratamiento con psicoterapia para que reflexiones sobre los motivos que le han llevado a esa situación y ayudarle en la búsqueda de nuevas conductas. En algunos casos pueden requerir el uso de fármacos.

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