lunes, 25 de mayo de 2015

¿Existe la adicción a alimentos?


La prevalencia de la obesidad ha aumentado de forma considerable durante los últimos años. Es debido a múltiples causas, entre las cuales destacan un incremento de la ingesta calórica, un aumento de la disponibilidad de alimentos y del tamaño de los productos en venta y una disminución de la actividad física. También existe un factor determinante como es la carga genética, aunque puede ser modificada por un estilo de vida saludable que incluya una alimentación adecuada combinada con la práctica regular de ejercicio. Además, se ha planteado la posibilidad de que la ingesta de determinados alimentos posea la capacidad de generar un efecto adictivo, lo que supone un abuso de ellos y el consiguiente aumento de peso y problemas de salud relacionados como la diabetes o enfermedad cardiovascular. Este planteamiento hizo que durante el año 2009, Gearhardt et al desarrollaron y validaron un cuestionario, conocido como la Escala de Adicción a la Comida de Yale para establecer el diagnóstico de un comportamiento alimentario adictivo.



Y, ¿qué es lo que se conoce como adicción a alimentos? Se caracteriza por la manifestación de determinados síntomas como pérdida del control frente a un sobreconsumo, uso recurrente a pesar de las consecuencias negativas que implica e incapacidad para evitarlo tras el deseo de hacerlo. Se asocia a un aumento de la impulsividad y reacción emocional.

Diversos estudios demuestran que la ingesta de azúcar activa una región del cerebro que se pone en funcionamiento por el abuso de drogas y que es conocida por el sistema de recompensa ya que genera placer. Se ha visto que las sustancias adictivas son raras en su estado natural aunque pueden ser alteradas ocasionando un potenciamiento de su efecto. De forma general, el azúcar y las grasas son los nutrientes que se consideran más adictivos. Se pueden encontrar en grandes cantidades en los alimentos procesados, por lo que el efecto es mayor y también su absorción en sangre.

Existe poca evidencia en humanos sobre el efecto adictivo de estas sustancias alimentarias pero hay una gran cantidad de estudios realizados en animales que demuestran que los alimentos altamente procesados se asocian a hábitos alimentarios adictivos. Como ejemplo, las ratas que consumían una dieta rica en alimentos altamente procesados manifiestan una disminución en la segregación de dopamina, una sustancia liberada por el cerebro. Contrariamente, no sucede con pienso normal, lo que es indicador que no todos los alimentos implican el desarrollo de una adicción alimentaria. Se ha visto que la sustancia más implicada es el azúcar que incrementa el número del receptor de opiodes de la misma manera que con las drogas pero no supone un aumento del peso corporal de las ratas. En cambio, la grasa se asocia con un aumento del peso y no se manifiestan ningún tipo de síndrome de abstinencia similar al que generan los opiáceos. En humanos, se ha visto que el efecto adictivo aumenta cuanto mayor procesado sea el alimento ya que implica un aumento de la cantidad o la dosis de grasa y/o azúcar refinado (rápida absorción en sangre). Una vez conocidas las sustancias, el siguiente paso es determinar qué alimentos están implicados en un mayor riesgo de desarrollar una adicción a alimentos. Por este motivo, en febrero de 2015 se publicaron los resultados de un estudio que tenía como objetivo examinar los alimentos con una mayor implicación en la adicción y las características que ejercen un papel en el desarrollo de esta patología.

La primera parte incluyó a 120 estudiantes de la Universidad de Michigan con edad comprendida entre 18 y 23 años. El objetivo era identificar los alimentos implicados en la adicción alimentaria. Se comentó a los participantes que pensaran en alimentos ricos en grasas y azúcares refinados. Se valoró mediante el Cuestionario de Adicción a Alimentos de Yale. Se seleccionaron 35 imágenes de alimentos, presentadas directamente a los participantes del estudio de 2 en 2. Tenían que señalar aquel con el que experimentaron más problemas. Los alimentos fueron elegidos sistemáticamente y en función de diversos grados de procesado (18 eran altamente procesados y 17 no eran procesados) y fueron clasificados según fuesen ricos en grasas y azúcar o únicamente en grasas o azúcar o bajos en los 2 nutrientes. Los resultados del cuestionario se asocia con el IMC, es decir, cuanto mayor fuese el IMC mayor riesgo de adicción alimentaria. Se vio que el nivel de procesamiento influenciaba en gran medida en la aparición de comportamientos alimentarios adictivos. El top 10 de alimentos que generaban problemas de adicción en los participantes fue por orden descendente el listado que se cita a continuación: chocolate, helado, patatas fritas (freidora), pizza, galletas, patatas fritas de bolsa, pasteles, palomitas de mantequilla, hamburguesa con queso y muffins.

Por otro lado, la segunda parte incluyó a 398 personas de edad entre 18 y 64 años reclutados a través del M’Turk (mercado de trabajo de Amazon). Los resultados indican que los hombres experimentaban más problemas con los alimentos no procesados que las mujeres y que el IMC se asociaba con un mayor problema mediante alimentos altamente procesados. Se valoró en base al nivel de procesado y el índice glicémico, que no es más que la cantidad de hidratos de carbono del alimento y el reflejo de la tasa de absorción en el sistema circulatorio. Estas características de los alimentos junto al contenido en grasa son determinantes en el desarrollo de la adicción. El riesgo a manifestarla es mayor en personas con un IMC elevado o que manifiestan síntomas de adicción debido a un aumento en la predisposición por la ingesta de alimentos altamente procesados. Dado que los participantes son distintos al estudio 1, se pasó otro cuestionario con el que tenían que puntuar los alimentos según los problemas que les producían. El top 10 de alimentos que generaban problemas de adicción en los participantes fue por orden descendente el listado que se cita a continuación: pizza, chocolate, patatas fritas de bolsa, galletas, helado, patatas fritas (freidora), hamburguesa con queso, soda, pasteles y queso.

En cuanto a los alimentos considerados más adictivos, se observan diferencias mínimas entre los 2 estudios ya que algunos alimentos coinciden pero se encuentran en diferente posición. Cabe destacar que mientras los participantes del primer estudio consideran las palomitas y los muffins como adictivos, los del estudio 2 incluyen el queso y la soda.

Como limitaciones, vemos que la muestra del segundo estudio no puede ser considerada como representativa y que el listado de alimentos es limitado.     

Como conclusión, los resultados del estudio sirven para demostrar que no todos los alimentos generan el mismo grado de adicción. Además, se considera que el índice glicémico tiene un mayor poder de predicción frente a la cantidad de azúcar. Es conveniente realizar más estudios para ampliar los resultados mediante la medición de las respuestas biológicas y el comportamiento alimentario asociado a alimentos altamente procesados para conocer los mecanismos que contribuyen al desarrollo de la adicción.  

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