Mi última adquisición ha sido el
libro Mamá come sano sobre la alimentación de la mujer en el embarazo y la
lactancia materna. Ha salido hace un par de meses aproximadamente y considero
que ha sido porque el 28 de mayo, en el marco del día nacional de la nutrición,
está dedicado a la dieta en estos periodos de la mujer pero el autor ha
confirmado que ha sido pura coincidencia.
Es bien sabido que la alimentación
es uno de los pilares fundamentales para el mantenimiento de un buen estado de
salud durante toda la vida. Y en el embarazo aún más ya que contribuye al buen
desarrollo del feto, por lo que hay que empezar a cuidarse justo en el momento
que pensamos en tener al niño. Por este motivo, Julio ha dedicado un capítulo
sobre la influencia de la alimentación y la fertilidad, que no afecta
únicamente a la madre sino también al padre. Lo más importante es seguir una
dieta saludable, evitar el sedentarismo, el uso de determinados fármacos,
suplementos e incluso plantas medicinales.
En cuanto a la dieta, hay varios
nutrientes que se deben consumir para evitar cualquier tipo de riesgo para la
madre como para el bebé. Destacan el yodo, el ácido fólico, el hierro y la
vitamina B12 en caso de personas vegetarianas. Por otro lado, hay
que ir con cuidado con una ingesta excesiva de determinados nutrientes como la
vitamina A. Los requerimientos de macronutrientes (hidratos de carbono,
proteínas y grasas), vitaminas y minerales son los mismos que las mujeres
sanas. Conviene tener en cuenta que el calcio previene la aparición de
preeclampsia (se caracteriza por hipertensión, retención de líquidos, aumento
de peso repentino y presencia de proteínas en orina). Los estudios realizados
indican que los requerimientos aumentan en las mujeres que no llegan a cubrirlo
con la alimentación.
Otro aspecto a tener en cuenta es
la seguridad alimentaria ya que debido al embarazo el riesgo de contraer
enfermedades producidas por alimentos es mayor, llegando a afectar al feto. Por
eso, es conveniente tener en cuenta las 4 normas básicas de higiene como son
lavar y desinfectar, cocinar, separar y enfriar. También hay que ir con cuidado
con el pescado grande ya que poseen altas cantidades de mercurio, que resulta
perjudicial para el feto.
Normalmente, el estado en el que
se encuentra la mujer produce cambios en el organismo y en consecuencia dan
lugar a la aparición de náuseas, vómitos, ardor de estómago, estreñimiento,
anemia, hipertensión o diabetes gestacional, que se pueden prevenir o tratar
mediante una alimentación adecuada.
El último factor que hay que
tener en cuenta es el peso. Es importante que la madre, previamente al
embarazo, no tenga sobrepeso ni obesidad ya que puede suponer un embarazo de
riesgo. En caso de que no sea así, debe perder peso o aumentarlo por delgadez
severa. El Institute of Medicine ha elaborado una tabla orientativa sobre el
peso adecuado que debe ganar la mujer en el embarazo según su IMC. Tras el
parto, el peso previo se recupera a partir de los 6 meses, sobre todo si da el
pecho y se alimenta de forma saludable.
Finalmente, hay un capítulo
dedicado a la madre lactante y otro en caso de mujeres vegetarianas.
A nivel personal y profesional,
considero que es un libro muy práctico para las mujeres que se quieran tener
hijos o embarazadas, incluso Dietistas-Nutricionistas para profundizar en la
alimentación en esta etapa de la vida de la mujer ya que está basado en la
mayor evidencia científica. Sigo pensando que el hecho de incluir la
bibliografía facilita aún más la lectura. Además, hacen falta muchos libros
así.
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