miércoles, 14 de octubre de 2015

El desayuno: ¿Disminuye el riesgo de obesidad?

El desayuno es la primera ingesta que realizamos tras 12 horas de ayuno. Siempre se ha dicho que es la comida más importante del día, por lo que da a entender que es obligatorio hacer esta ingesta y es que no todo el mundo tiene la costumbre de hacerlo. Ahora quisiera hacer referencia a lo que sucede en nuestro cuerpo nada más levantarnos. Los niveles de glucosa son bajos mientras que los de lípidos están más elevados. La glucosa en sangre se sintetiza a partir de las proteínas del músculo y la degradación del glucógeno.  




También se ha dicho que debe estar formado por un lácteo, un cereal y una pieza de fruta. Realmente, no es más que algo cultural, por lo que en cada país se incluyen distintos grupos de alimentos según su gastronomía. Y si no mirad este video:  
Generalmente, la mayoría acostumbra a desayunar lo mismo pero no tiene porque ser así. Pero cada uno que haga lo que le apetezca y elija según sus gustos y si además esa opción es saludable mejor.
Y ahora sí. Vamos al verdadero contenido de este post: ¿Saltarse el desayuno supone un aumento en el riesgo de padecer sobrepeso y/o obesidad? Hay varios estudios publicados al respecto tanto en niños como adultos y de distintos lugares del mundo. Al hacer la búsqueda y tras hacer una selección previa, he decidido incluir aquellos que dan respuesta a la cuestión y que no están manipulados por la industria (y con esto último me refiero a que no los financiara porque aquellos que incluyeron los cereales decían que ese grupo ingería una mayor cantidad de nutrientes que el resto de grupos del estudio y que además sus resultados en la pérdida de peso eran mejores. Y no es así ya que suelen contener grandes cantidades de azúcar que al tomarlas de forma habitual aun incrementa más el riesgo de aumentar el peso).
De forma general, se conoce que las personas que se saltan el desayuno suelen ser aquellas cuyo objetivo es perder peso y no es de extrañar que sean las mujeres.
En el 2008, Dialektakov et al observaron que no desayunar supone un aumento en el peso corporal y en consecuencia del IMC (peso/altura2). Se realizó en adolescentes griegos. Aunque los resultados fueron concluyentes, hay que destacar que la muestra no era representativa y no valoraron el tipo de alimentos que se consumían. Durante ese mismo año, Duboiset al hicieron un estudio en preescolares canadienses en el que se valoró la relación que existe entre no desayunar y el sobrepeso, el patrón dietético y la ingesta de nutrientes. Vieron que ingerir alimentos por la mañana implica un mayor consumo de vegetales, cereales y lácteos. Y como era de esperar, retrasar la ingesta tras el ayuno nocturno supone un incremento calórico, de proteínas e hidratos de carbono a lo largo del día. Conviene tener en cuenta que no es posible establecer una relación causa-efecto ya que se trata de un estudio transversal (valoración en un momento determinado). Varios estudios observaron que cuanto más mayores son los niños, menos costumbre tienen de desayunar y que no realizar esta ingesta se asociaba con un consumo mayor de dulces, snacks, chocolate, refrescos y fritos. Y también que los que desayunan frecuentemente son más activos. En cuanto a adultos, Astbury et al detectaron que tras la ingesta, los niveles de glucosa aumentan junto a las hormonas GLP-1 y PYY que disminuyen la ingesta. En cambio, la grelina disminuyó ya que produce el efecto contrario. En el 2011, un metaanálisis en regiones de Asia y el Pacífico demostró que no desayunar implica un incremento de la ingesta calórica y al permanecer un mayor tiempo en ayunas aumenta el acumulo de grasa y en consecuencia un aumento del peso. Aun así, también influyen los niveles de actividad física, la etnia, las Kcal ingeridas, los alimentos que se toman en esa ingesta, los factores socioeconómicos y culturales. En el 2012, nos encontramos con un primer estudio en el que no se encuentra una relación significativa entre el IMC, la frecuencia de las ingesta y el desayuno en niños de 9  a 13 años. En otro estudio, se vio que en un grupo de niños obesos (6-17 años) no había ninguna relación entre la grasa abdominal y evitar el hábito del desayuno. Además, el grupo que tenia de la costumbre de ingerir alimentos por la mañana presentaban unos valores más bajos de glucosa en sangre, triglicéridos y colesterol VLDL. Durante 2013, se observaron diferencias entre niños (incremento de la ingesta calórica y de actividad física) y niñas (mayor consumo de snacks) de Malasia entre 12 y 19 años. Respecto al grupo control, desayunar implicaba un menor peso, perímetro abdominal y grasa corporal. Aunque los resultados son evidentes, se requieren más estudios de carácter longitudinal con un tamaño de muestra mayor. A nivel de adultos, se ha observado que desayunar disminuye el riesgo de obesidad, de síndrome metabólico, hipertensión y diabetes tipo 2 (diferencias entre distintas razas). El estudio más reciente, no encontró diferencias a nivel de composición corporal en personas de 21 a 60 años.
Como conclusión, la mayor parte de los estudios han demostrado que existe un menor riesgo de obesidad por realizar el desayuno pero es conveniente tener en cuenta que una gran proporción de ellos son transversales y observacionales, lo que indica que se requieren más estudios. Y siempre hay alguno que no encuentra ningún tipo de relación. También es preciso destacar que no se conocen exactamente las causas de que el peso sea menor. Sí que es cierto que está relacionado con un patrón de alimentación más saludable. Y no solo influye la cantidad de alimentos que se consuman en esa comida y a lo largo del día sino que también importa la calidad. Y es importante tener en cuenta otros factores que pueden influir como la actividad física, las horas de sueño o el metabolismo.          

No hay comentarios:

Publicar un comentario