El desayuno es la primera ingesta
que realizamos tras 12 horas de ayuno. Siempre se ha dicho que es la comida más
importante del día, por lo que da a entender que es obligatorio hacer esta
ingesta y es que no todo el mundo tiene la costumbre de hacerlo. Ahora quisiera
hacer referencia a lo que sucede en nuestro cuerpo nada más levantarnos. Los niveles
de glucosa son bajos mientras que los de lípidos están más elevados. La glucosa
en sangre se sintetiza a partir de las proteínas del músculo y la degradación
del glucógeno.
También se ha dicho que debe
estar formado por un lácteo, un cereal y una pieza de fruta. Realmente, no es
más que algo cultural, por lo que en cada país se incluyen distintos grupos de
alimentos según su gastronomía. Y si no mirad este video:
Generalmente, la mayoría acostumbra a desayunar lo mismo pero no tiene porque
ser así. Pero cada uno que haga lo que le apetezca y elija según sus gustos y
si además esa opción es saludable mejor.
Y ahora sí. Vamos al verdadero
contenido de este post: ¿Saltarse el desayuno supone un aumento en el riesgo de
padecer sobrepeso y/o obesidad? Hay varios estudios publicados al respecto tanto
en niños como adultos y de distintos lugares del mundo. Al hacer la búsqueda y
tras hacer una selección previa, he decidido incluir aquellos que dan respuesta
a la cuestión y que no están manipulados por la industria (y con esto último me
refiero a que no los financiara porque aquellos que incluyeron los cereales
decían que ese grupo ingería una mayor cantidad de nutrientes que el resto de
grupos del estudio y que además sus resultados en la pérdida de peso eran
mejores. Y no es así ya que suelen contener grandes cantidades de azúcar que al
tomarlas de forma habitual aun incrementa más el riesgo de aumentar el peso).
De forma general, se conoce que
las personas que se saltan el desayuno suelen ser aquellas cuyo objetivo es
perder peso y no es de extrañar que sean las mujeres.
En el 2008, Dialektakov et al observaron que no desayunar supone un aumento en el peso corporal y en
consecuencia del IMC (peso/altura2). Se realizó en adolescentes
griegos. Aunque los resultados fueron concluyentes, hay que destacar que la
muestra no era representativa y no valoraron el tipo de alimentos que se
consumían. Durante ese mismo año, Duboiset al hicieron un estudio en preescolares canadienses en el que se
valoró la relación que existe entre no desayunar y el sobrepeso, el patrón
dietético y la ingesta de nutrientes. Vieron que ingerir alimentos por la
mañana implica un mayor consumo de vegetales, cereales y lácteos. Y como era de
esperar, retrasar la ingesta tras el ayuno nocturno supone un incremento
calórico, de proteínas e hidratos de carbono a lo largo del día. Conviene tener
en cuenta que no es posible establecer una relación causa-efecto ya que se trata
de un estudio transversal (valoración en un momento determinado). Varios
estudios observaron que cuanto más mayores son los niños, menos costumbre
tienen de desayunar y que no realizar esta ingesta se asociaba con un consumo
mayor de dulces, snacks, chocolate, refrescos y fritos. Y también que los que
desayunan frecuentemente son más activos. En cuanto a adultos, Astbury et al detectaron que tras
la ingesta, los niveles de glucosa aumentan junto a las hormonas GLP-1 y PYY
que disminuyen la ingesta. En cambio, la grelina disminuyó ya que produce el
efecto contrario. En el 2011, un metaanálisis
en regiones de Asia y el Pacífico demostró que no desayunar implica un
incremento de la ingesta calórica y al permanecer un mayor tiempo en ayunas
aumenta el acumulo de grasa y en consecuencia un aumento del peso. Aun así,
también influyen los niveles de actividad física, la etnia, las Kcal ingeridas,
los alimentos que se toman en esa ingesta, los factores socioeconómicos y
culturales. En el 2012, nos encontramos con un primer estudio en el que no se
encuentra una relación significativa entre el IMC, la frecuencia de las ingesta
y el desayuno en niños de 9 a 13 años. En
otro estudio, se vio que en un
grupo de niños obesos (6-17 años) no había ninguna relación entre la grasa
abdominal y evitar el hábito del desayuno. Además, el grupo que tenia de la
costumbre de ingerir alimentos por la mañana presentaban unos valores más bajos
de glucosa en sangre, triglicéridos y colesterol VLDL. Durante 2013, se
observaron diferencias entre niños (incremento de la ingesta calórica y de
actividad física) y niñas (mayor consumo de snacks) de Malasia entre 12 y 19
años. Respecto al grupo control, desayunar implicaba un menor peso, perímetro
abdominal y grasa corporal. Aunque los resultados son evidentes, se requieren
más estudios de carácter longitudinal con un tamaño de muestra mayor. A nivel
de adultos, se ha observado que
desayunar disminuye el riesgo de obesidad, de síndrome metabólico, hipertensión
y diabetes tipo 2 (diferencias entre distintas razas). El estudio más reciente, no encontró diferencias a nivel de
composición corporal en personas de 21 a 60 años.
Como conclusión, la mayor parte
de los estudios han demostrado que existe un menor riesgo de obesidad por
realizar el desayuno pero es conveniente tener en cuenta que una gran proporción
de ellos son transversales y observacionales, lo que indica que se requieren
más estudios. Y siempre hay alguno que no encuentra ningún tipo de relación.
También es preciso destacar que no se conocen exactamente las causas de que el
peso sea menor. Sí que es cierto que está relacionado con un patrón de
alimentación más saludable. Y no solo influye la cantidad de alimentos que se
consuman en esa comida y a lo largo del día sino que también importa la
calidad. Y es importante tener en cuenta otros factores que pueden influir como la actividad física, las horas de sueño o el metabolismo.
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