miércoles, 8 de junio de 2016

Vegetarianos con ciencia de Lucía Martínez

Otra manera de alimentarse. Se trata de evitar la carne y el pescado. En algún caso, también los lácteos y los huevos. Cada vez estoy más concienciada con lo que como. Durante el último año, he cambiado los  hábitos hacia mejor. Además, si le sumamos mi afición por cocinar todavía me resulta más fácil. Bueno, vamos a lo que toca, que es hablaros del último libro que me he comprado con el objetivo era profundizar en la dieta vegetariana. Y lo he hecho, pero también he disfrutado puesto que me ha tenido enganchada durante 5 días.

En primer lugar, conocí a la autora a través del blog Dime qué comes. Para mí, es una referente sobre esta temática. Lo que más me gusta de los posts que escribe es la originalidad  y la practicidad. Además, no tiene pelos en la lengua.  Personalmente, no la conozco aunque sí que la he escuchado en algunas jornadas o la radio, incluso le he pedido consejo y me ha respondido adecuadamente. En segundo lugar, quiero nombraros los motivos por los que os recomiendo ir a la librería más cercana que tengáis para compraros el libro.


Antes de todo, no soy vegetariana. Siempre tengo verduras y hortalizas a mano junto a la fruta y los frutos secos. Son una perdición. También compramos legumbres cocidas. Una vez a la semana hay pollo, 2 días pescado y otros 2 huevo. Respecto a los lácteos Conviene destacar que la manera de alimentarme ha cambiado desde hace un año y medio aproximadamente.  A medida he descubierto mi afición por la cocina, he introducido nuevos alimentos como el tofu, la quinoa, el bulgur, alguna bebida vegetal, el brócoli, etc, incluso reduciendo el consumo de otros. Decidí empezar por el desayuno. Yo era de las que se tomaba el vaso de leche con el Nesquik. Si, porqué odio el sabor amargo del café. Ya lo sé, es azúcar. Así que de la noche a la mañana me propuse ir reduciendo las cucharaditas hasta que me acostumbré a tomarla sin nada. También era de las que desayunaba siempre lo mismo, unas tostadas con jamón o queso hasta que me aburrí. Probé los copos de avena, la granola, le ponía aguacate y sigo con la crema de cacahuete casera o el plátano con canela y muchas cosas más. Ahora estoy encantada. Fue un gran paso. Y todavía sigo. Y pensar que antes cenábamos pan con embutido uno o dos domingos al mes. Y ahora con 1 vez cada 2 meses es suficiente. Y no lo echo de menos!!! Y ahora me lo he propuesto con los lácteos. Cada vez tomo menos. No es que no me gusten pero no me apetecen. Prefiero incluirlos ocasionalmente. Os lo cuento porqué solo es cuestión de plateárselo y pasar a la acción.

Bueno, vamos al lío. ¿Qué me ha aportado? Ha conseguido hacerme reflexionar sobre este patrón alimentario. Darme cuenta que no tenía conocimientos suficientes al respecto. Recuerdo que en la carrera nos explicaron que había 6 tipos de dietas vegetarianas y los nutrientes por los que más habíamos de preocuparnos eran las proteínas, el calcio, el hierro, el zinc, la vitamina B12, los omega-3, la vitamina D  y el yodo. Justamente, los que comenta Lucía. Ocurre que la revisión que ha realizado que el único que debemos suplementar sí o sí es la B12. Nos explica las dosis, las marcas, cómo diagnosticar el déficit y la importancia de la prevención.        El resto pueden cubrirse a través de las legumbres, los frutos secos y los cereales integrales. También mediante las técnicas de remojo, germinación, fermentación y cocción debido a que se inhiben los fitatos u oxalatos que impedían la mayor absorción de ciertos minerales como el hierro, el calcio  y el zinc. Eso en tan solo 5 capítulos. Pero faltan un par, que en mi opinión son los mejores, ya que aprenderéis a elaborar menús semanales, prepararos los tuppers de cara al trabajo, comer fuera, las excursiones o los viajes así como planificar unos desayunos y meriendas saludables. Y el remate final en las que resuelve algunas dudas en plan preguntas frecuentes.


En conclusión, es una guía completísima sobre este estilo de vida tan presente durante los últimos años. Podréis comprobar que no existe problema alguno para seguirla, independientemente de la etapa de la vida siempre que esté bien planificada. Como reflexión, respeto a quiénes la siguen, tal como se plasma en el libro. Y lo más importante que es que ser vegetariano no es sinónimo de saludable si los alimentos superfluos se incluyen en el día a día. Y como profesional, me ha resultado útil ya que me tenido y tengo pacientes que lo son, por lo que les he podido asesorar lo mejor posible. 

2 comentarios:

  1. Yo si algo añadiría a tu crítica, si se me permite, es que es un libro MUY bueno de leer. No se hace para nada pesado, y eso en gente que no es nutricionista (como yo :P) se agradece!

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    1. Totalmente de acuerdo contigo!!! Y además que los ejemplos que pone ayudan mucho.

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